Su
Excelencia toca un timbre. EL UJIER acude soñoliento. MÁXIMO
ESTRELLA, tanteando con el palo, va derecho hacia el fondo de la
estancia, donde hay un balcón.
EL
MINISTRO.—Fernández, acompañe usted a ese caballero, y déjele en
un coche.
MAX.—
Seguramente que me espera en la puerta mi perro.
EL
UJIER.—Quien le espera a usted es un sujeto de edad, en la
antesala.
MAX.—Don
Latino de Hispalis: Mi perro.
EL
UJIER toma de la manga al bohemio. Con aire torpón le saca del
despacho, y guipa al soslayo el gesto de Su Excelencia. Aquel gesto
manido de actor de carácter en la gran escena del reconocimiento.
EL
MINISTRO.—¡Querido Dieguito, ahí tiene usted un hombre a quien le
ha faltado el resorte de la voluntad! Lo tuvo todo: Figura, palabra,
gracejo. Su charla cambiaba de colores como las llamas de un ponche.
DIEGUITO.—¡Qué
imagen soberbia!
EL
MINISTRO.—¡Sin duda, era el que más valía entre los de mi
tiempo!
DIEGUITO.—Pues
véalo usted ahora en medio del arroyo, oliendo a aguardiente, y
saludando en francés a las proxenetas.
EL
MINISTRO.—¡Veinte años! ¡Una vida! ¡E, inopinadamente,
reaparece ese espectro de la
bohemia!
Yo me salvé del desastre renunciando al goce de hacer versos.
Dieguito, usted de esto no sabe nada, porque usted no ha nacido
poeta.
DIEGUITO.—¡Lagarto!
¡Lagarto!
EL
MINISTRO.—¡Ay, Dieguito, usted no alcanzará nunca lo que son
ilusión y bohemia! Usted ha nacido institucionista, usted no es un
renegado del mundo del ensueño. ¡Yo, sí!
DIEGUITO.—¿Lo
lamenta usted, Don Francisco?
EL
MINISTRO.—Creo que lo lamento.
DIEGUITO.—¿El
Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación, se cambiaría
por el poeta Mala Estrella?
Ramón
Mª Valle-Inclán, Luces
de Bohemia
1.
Analiza la formación de las siguientes palabras del texto:
institucionista, gobernación, reconocimiento.
2.
Realiza el comentario crítico.
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